miércoles, 22 de septiembre de 2021

Reflexiones cuando armamos un rompecabezas



1. Todas las piezas vienen juntas pero revueltas dentro de una caja. Todos vamos juntos en este planeta pero no nos conocemos bien. 

2. Luego de sacar las piezas del rompecabezas, las esparcimos y de inmediato las segregamos, separamos, distinguimos. Los que tienen un borde y constituyen el marco, a un lado, el resto al otro. Entre nosotros mismos, siendo piezas de un gran rompecabezas humano, nos diferenciamos, sea por raza, género, edad o clase social. Nos identificamos a través de estas etiquetas, que no nos definen del todo. 

3. Una vez completado el marco del rompecabezas, separamos por colores las piezas. Entre nosotros también sucede lo mismo: decimos no al racismo pero en nuestra vida cotidiana lo sutil se vuelve costumbre. Envidiamos a los que les va bien y despreciamos a los que les va mal. Evitamos juntarnos con gente que es distinta a nosotros, buscamos amistades de buen ver, queremos ser centro de atenciones. Pero ese, no es el camino.

4. Según la ilustración de la caja del rompecabezas, vamos armándolo con las diversas piezas. La caja del rompecabezas representa un ideal, una utopía del planeta en que queremos vivir. Siempre vemos y nos ilusionamos con un futuro mejor, ¿pero qué futuro mejor habrá si no lo cambiamos desde ya en nuestro presente? La caja también representa a Maya, la ilusión, el sueño perfecto e inconseguible. 

5. Nos damos cuenta que el rompecabezas es más grande que la ilustración de la caja, no siempre podemos fiarnos de la caja. Las piezas somos nosotros, y por más que nos vendan un sueño, siempre será trabajo nuestro integrarnos y hacer del gran sueño una realidad. Pero hay mucho trabajo para eso. Todos formamos parte de la unicidad, y hacia ella es que queremos dirigirnos. 

6. Piezas equivocadas no encajan. Cuando cometemos errores o equivocaciones en nuestra vida, sentimos que algo no está bien y que hay que corregir o cambiar. Estancarnos es malograr la pieza del rompecabezas y se malogra todo. Simplemente alejarse de los entornos en que no nos va bien, cambiar de aires y de rumbos en nuestra vida. 

7. Todas las piezas encajan en el rompecabezas. Por más que la vida nos parezca caótica, desordenada, que nada tiene sentido, pese a ello, todo tiene un fin, una meta establecida. Todos somos uno, y es en la unicidad que nos debemos. Todos somos iguales, todos constituimos sin diferencia alguna sus partes del rompecabezas de la vida.  

8. Nos guiamos por detalles de cada pieza para terminar de armar el rompecabezas. Si nos centráramos en los detalles superficiales y banales, jamás completaríamos el sentido de la vida o cuál misión es la que debemos realizar en el Aquí y el Ahora. No todo va a ser la superficie en la vida, también debemos trabajar en nuestra personalidad, nuestro carácter, nuestra espiritualidad. 

9. Las piezas del rompecabezas tienen dos caras: una cara con la ilustración a todo color y la otra con el color del cartón uniforme. Somos personas con un lado exterior visible para los demás, y un lado interior por el que debemos desarrollar un mayor trabajo. A las personas debemos ver por ser como son, su interior, y no dejarnos llevar por los adornos exteriores. La real esencia de uno mismo está dentro, no afuera.  

10. Siempre queremos terminar lo más rápido posible el rompecabezas. Como personas que somos y vivimos en tiempos donde todo está acelerado, no sabemos valorar y vivir el presente, el momento en todo su esplendor. Siempre apuntamos a tener o ver las cosas ya terminadas, concluidas. Pero no disfrutamos la esencia de vivir el momento. 

Cuando armamos un rompecabezas, ya estamos pensando en enmarcarlo con cuidado y tenerlo como un cuadro para la sala. Por un momento nos olvidamos de nuestros problemas y nos concentramos en la distinción de detalles entre las piezas, ver que encajen o probar por colores, armando secciones del rompecabezas. Armar un rompecabezas es el mejor momento de la vida, verlo terminado es lo concluido, el fin sin sabor. Mientras estamos en el proceso del armado, no nos damos cuenta pero es cuando sucede la magia de las cosas, de ampliar nuestras habilidades mentales comprendidas en la selección, el discernimiento, el orden, la memoria, etc. 

Para una próxima vez que te animes a jugar con un rompecabezas, olvídate de verlo terminado: disfruta ese momento especial que comprende todo el proceso del armado, despreocúpate del mundo y del tiempo, vive el presente, vive el momento en que eres tú mismo quien toma la dirección de lo que haces, vive la incertidumbre cada tanto en tu propia vida. Por una vez en tu vida, siéntete tu propio jefe, tu propio gerente, eres tú quien domina el control de la actividad y no otro. Sigue tus instintos, quizás no uses la caja como referencia sino guiándote de la intuición mirando cada pieza hasta encontrar que encaje con otra. 

Vive tu presente, vive el hoy y no esperes el futuro, el mañana. Vive en el Aquí y el Ahora. Porque al armar un rompecabezas, estás meditando y concentrándote, visualizando que todo en la vida tiene una solución. Y que todos, todos sin excepción alguna, somos parte de este gran rompecabezas que es la vida. Hoy toca armar otro rompecabezas. 

(09-08-2012) 

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