miércoles, 22 de septiembre de 2021

Seguridad y criptoseguridad en los robots


Los robots, por lo mismo que pueden tardarse años en diferenciar situaciones ante un robo de información o de partes físicas de su estructura (en caso de adentrarse a zonas peligrosas), es que deben estar equipados con un sistema de destrucción total en caso de un peligro inminente (como caer en las manos del enemigo) o un sistema de destrucción frágil: desactivarse en cuestión de segundos sus áreas internas, cosa que se convierte en un montón de chatarra inservible. La previsión es importante: no es lo mismo un robot para uso doméstico que uno para fines industriales o militares. Por eso, la previsión de seguridad tiene diferentes niveles para cada tipo.

Los robos y hurtos en una comunidad, no estarán exentas cuando empiece a masificarse el uso de robots en cada hogar. Desde luego, un sistema de destrucción total y con alcance a un radio de cinco o diez metros a la redonda con explosivos instalados en el interior del robot, no es lo idóneo para el uso doméstico, sino al contrario: un peligro constante, como tener un jarrón de uranio y nos expongamos a la radiación día y noche. Si se detecta una situación de hurto, con mayor razón el robot deberá hacer uso de cámaras y visores contenidos en su estructura, para detectar la identificación del ladrón y avisar de esto ante una comisaría cercana o un puesto de seguridad. Si bien los robots para ese entonces, serán de movimientos pasivos y algo torpes en su proceder, no se espere que un robot se enfrente solo contra los bandidos, sino en el caso de avisar y alertar de la situación.

No olvidemos que con el internet cuántico a cuestas también, los futuros robots podrán comunicarse entre sí, enviando imágenes y videos en simultáneo de usuario a usuario, quedando grabado gran parte de lo que comunican o ven, a la "nube" o big data (de las tantas que se armarán en el futuro), lo cual da pie a protocolos que siempre vigilen y corten el ingreso de programas maliciosos o "spiderviews" que roben información mientras se hacen transmisiones en línea. Si hackear iphones desde la nube y robar fotos en situaciones delicadas de famosos, ha causado noticias y revuelos todo un tiempo atrás, sería impensable prevenir este tipo de delitos, en caso de enviar un video privado de una unidad inteligente a otra, recurriendo a su nube de usuario o "nube personal del robot". Pensemos en dos robots que ven un incendio que lo pueden controlar. Ambos están viendo y compartiendo desde distintos ángulos dicho incidente. Pero si en el camino hay un rastreador de esas imágenes, pronto las mismas pueden aparecer en una señal abierta de televisión, lo cual genera un paradigma y una situación complicada sobre el robo de información. Para ello deberán establecerse protocolos de seguridad y candados encriptados para impedir este tipo de incidentes informáticos, al igual que el envío de mensajes con nulas posibilidades de ser desenmascaradas y que solo lleguen a su remitente inmediato.

El otro detalle es hasta qué punto la big data puede convertirse en un caudal de información abierta y bajo qué procesos burocráticos extraer la prueba visual o sonora, para casos de desastres naturales o como elemento de prueba para un juicio, cual caja negra de los aviones estrellados. De momento, los robots no son ciudadanos para presentarse como testigos, pero sí como elementos presentes -cual electrodoméstico como una cámara o una videograbadora. Porque un robot no podrá almacenar tanta información en su memoria, para ello estará recurriendo a un flujo constante de enviar lo que graba y ve en su nube de usuario, el que fuera asignado para sí y que va guardando todo lo que encuentra y ve o descubre, desde la vez que fuera puesto en funcionamiento.

Lo cual nos lleva a un planteamiento interesante: ¿dónde se encuentra la identidad del robot? ¿En el mismo cuerpo físico y memoria que lo alberga, o en ese clon virtual que tiene alojado en la nube con su ID personalizado? La big data puede convertirse así en el ropero o albergue de todas las identidades del robot, e incluso salvaguardar su información privada en caso de destruirse físicamente la estructura del robot, pero se salva toda su identidad en la nube (hasta antes de haberse quedado sin conexión al internet cuántico). Quizás estemos viéndolo desde una forma primitiva, pero los robots del futuro no serán aquellos armatostes todos metalizados que avanzan a paso de tortuga, sino robots virtuales que podrán moverse libremente en el internet cuántico en contados nanosegundos. Solo hará falta un cuerpo donde alojar la identidad física del robot en cuestión y se desenvuelva como tal. Pero su "yo" o entidad personalizada, se encontrará siempre en la nube de la big data. De ahí que un robot pueda convertirse, a grosso modo, en un ser inmortal; de contar con vivir sin límites en la big data, sin ser desactivado y de alternar con una estructura física, a la que cada tiempo se le somete a mantenimientos y ajustes necesarios, es que se puede hablar de un bot que vencerá al tiempo y convertirse en un ente sin fin.

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